Hoy me toca una entrada sin contenido "literario", apenas un testimonio, la traza insignificante de la vida de una novela, que como cualquier humano, siendo singular se pierde rápidamente entre millones, el inexorable juicio de los números.
Hace unas semanas decidí proceder con el proceso de publicación: revisé una vez más el texto -siguieron saliendo faltas y defectos, como esos pequeños insectos que se deslizan de entre los armarios y recovecos de las casas antiguas-, contraté la obtención de los datos de registro y remocé la portada, buscando que fuera más atractiva.
Casi hemos terminado, la novela está registrada, ya tiene sus etiquetas legales y verá la luz, tinta sobre papel al fin durante estas navidades. En unos días, como siempre, los demás se convierten en jueces de mis deseos.
Luego que crezca como Dios le de a entender…
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