Otro capítulo del sainete. Esta mañana me he desayunado con la impactante noticia de que la Secretaría de Comercio (de nuevo el ínclito G.Moreno) del gobierno de Cristina FK restringirá, entre otras, las importaciones de Jamón español.
Una pena. Durante los años de mi estancia en la Argentina la venida de un compatriota solía ir acompañada de un buen plato de jamón, normalmente aportado por el visitante -si es que había conseguido burlar la inspección de la aduana a su llegada a Ezeiza-. Quizás ahora ese paso se convierta en una experiencia tan al límite como la huida desde el Berlín Oriental durante la guerra fría. Imaginénse a los aduaneros de CFK con perros especialmente entrenados -ofrezco los servicios de Tim- para perseguir a los gallegos transgresores.
Y al hilo de esta noticia traigo una anécdota: Tim, nuestro Labrador, inseparable compañero de aventuras y alter ego de Argos y Perro, el primer sábado por la mañana que se quedó solo en nuestro recién estrenado hogar de Buenos Aires, encontró los casi cuatro kilos de jamón de pata negra envasados al vacío que habíamos conseguido colar en la mudanza, escondidos entre las hojas de varios archivadores con apuntes, y se los zampó. Todavía recuerdo su imagen, el pelo lustroso por la grasa del jamón esparcida por todo su cuerpo, la trufa negra, los ojos chispeantes, tendido con las patas para arriba y el buche a punto de estallar.
No nos comimos aquel jamón de estraperlo, pero nos reímos hasta llorar...
Tim, por su parte, espera la próxima oportunidad. Si no lo contratan lo apuntaré al paro
Tim, por su parte, espera la próxima oportunidad. Si no lo contratan lo apuntaré al paro
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