Esta mañana no me preocupaba necesariamente –quiero decir que no más que otro día- la Crisis en nuestro país, ni la de Bankia, ni siquiera la de la compañía en la que trabajo. He llegado a acostumbrarme –como todos a mi alrededor- a escuchar las noticias agoreras, tan pertinaces y familiares como el aire que respiro, y que por eso mismo me resbalan por la piel como gotas de lluvia. De cambiar repentinamente la situación podría pensar que estoy soñando, o quizás que me he tele transportado a otro universo.
Sin embargo sí que me ha impactado leer que la Crisis también afecta al sector editorial.
Caramba, ahora que me las veía tan felices publicando la novela, firmando ejemplares en alguna librería de la Gran Vía madrileña, y estampado mis huellas en la solera de la galería de la fama de mi pueblo natal –Linares-.
Y me he preguntado si deberé morir para alcanzar mi lugar en el Parnaso.
Sinceramente, espero que no sea así… Que la sabiduría y sentido de la oportunidad de algún editor haga que la salida de la crisis de su Editorial suponga el triunfo de esta novela y un evidente gesto de que mi querida España está saliendo del túnel.
Si así fuera, en mi próxima novela, incluiré un capítulo titulado “Brotes verdes”. Lo juro, por Tutatis…
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