Hay días que marcan la vida, días que no se planifican y que alteraran el curso de la historia de cada cual. El día que nació Juan fue uno de esos días, de los que puedo contar con los dedos de las manos.
Juan es el hijo de Ricardo y María José. Mis amigos. Juan es un muchachote robusto, rubio como su padre y con una sonrisa contagiosa como la madre. Tiene manos grandes y pecho de roca, y cuando te ve corre a darte un fuerte abrazo. Juan tiene Síndrome de Down y ha cumplido catorce años el pasado mes de diciembre. Es curioso, pero todavía remarco lo de Síndrome de Down como una singularidad, que la es, aunque diferente de lo que pensamos. Si bien no sé de qué me extraño, todo en el mundo de Juan es singular.
Este fin de semana Juan nos ha regalado otros de esos días mágicos, otro de esos días que cambian la vida. Otro de esos días normales en el mundo de Juan. Me explicaré…
Juan hizo su primera comunión, y no se crean no fue una primera comunión al uso. Tras dos años de preparación, y de desarrollar un protocolo específico para la catequesis en el que estuvieron involucrados desde el catequista hasta cada miembro de la familia, un sacerdote jesuita condujo una ceremonia plena de sentimiento y emoción, una ceremonia en la que toda la familia de Juan, y los amigos que tuvimos la suerte de ser invitados, participamos de un acto de amor en estado puro, un acto en el que cada cual sintió revivir en su interior lo mejor que cada uno lleva dentro, sin por ello claudicar a la humanidad del momento, y recordar el lejano momento en que muchos de nosotros tuvimos la fortuna de recibir el mismo don que ayer nos entregó Juan, haciéndonos recordar la verdadera esencia del AMOR. La ceremonia fue lo de menos, aunque deberían haber visto a Juan recorrer en círculos el templo paseando entre los bancos para abrazar a cada uno de los asistentes durante el saludo de la Paz –nadie lo había preparado, pero Juan dio la Paz a todos durante minutos, abrazando al personal a diestra y siniestra-, sin embargo todo el mundo se emocionó. Yo estuve en un tris de soltar lágrimas y créanme soy un tipo duro que difícilmente se hace un nudo en la garganta…
La clave nos la desveló Ricardo. Nos explicó la Capacidad de Juan… Cuando quizás llevados de las apariencias pensamos en las limitaciones del rapaz, su padre nos recordó la auténtica esencia de las cosas, y nos glosó la enorme capacidad de su hijo para AMAR.
Desde esta entrada, la dejaré corta porque lo auténtico no necesita más, vaya mi reconocimiento y admiración hacia ellos, María José y Ricardo, que han sabido ver la esencia de las cosas, y con su ejemplo mostrar el camino, y marcar diferencias.
Gracias por habernos abierto las puertas del mundo de Juan…
Dices que Juan te hizo el regalo de un día mágico y algo de eso hay también para los que no tenemos la oportunidad de vivirlo, pero sí de leer tu post y poder imaginarlo con todo la ternura del mundo. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por unirte a la celebración. No comenté que nos reunimos casi los mismos que catorce años antes con ocasión de su bautizo. Pero en esta ocasión éramos cuatro generaciones las convocadas. Los que en aquella época eran pilluelos que corrían y jugaban, se han convertido en adultos. Algunos de ellos ya han alumbrado la siguiente generación. Así es la vida, Miguel.
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