SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


sábado, 31 de diciembre de 2016

LA FLACA. LA MIRADA EN UN ASCENSOR. PURA ENVIDIA


Los botones de llamada atraían mi mirada como si el mundo se limitara a aquel pequeño dispositivo rectangular incrustado en el sucio mármol de las paredes del distribuidor de la planta quinta del edificio de oficinas. Ya era tarde y aquella jornada había durado una eternidad pasada entre indios –de la India- y damnificados por la era Chávez –el carismático prócer en ciernes de la Republica- . Aquello sólo lo podía arreglar una cerveza helada, una conversación en la terraza disfrutando de la fresca brisa del mar o un paseo por la playa al anochecer.
Allí estático, con el dedo cerca del botón de bajada, huía de un día más de anonimato reconocido, de rutina asfixiante, de confirmación del fracaso de toda una vida persiguiendo mi quimera particular. Hundí con saña el índice en la pastilla plástica y observé la tenue luz titilante. ¿Los objetos tienen orgasmos? ¿Los botones titilan porque reaccionan emocionalmente a los deseos? Podía haberme preguntado aquello, pero no, lo que hice fue dejar mi mente en blanco y mirar la parpadeante respuesta del triángulo de bajada.
La puerta se abrió lentamente, rechinando el cilindro de arrastre, dejando ver poco a poco el contenido de la caja recubierta de acero inoxidable ahora ajado y sin brillo. Otras veces lo que me había golpeado, saliendo a mi encuentro, era el olor a humanidad contenida del interior, otras la plenitud del vacío absoluto, otras la diversidad de Venezuela… Aquella sólo pude mirar a la flaca que ocupaba el exacto centro de la plataforma de bajada. Describirla no sería suficiente para entender lo que sentí. Su porte era distinguido. Era guapa, sí. Elegante, también. Su piel de color del chocolate suave y su pelo negro y liso. Sus rasgos finos y delicados, la nariz pequeña, los ojos negros y almendrados y su boca entreabierta en una sonrisa amable. Parecía una princesa escapada del castillo. Su mirada se dirigió hacia la mía, probablemente preguntándose por el interés y las intenciones del hombre que la miraba de una manera tan penetrante.

De pronto aquel espacio reducido se convirtió para mí en el universo que quería recorrer y explorar, del que no quería salir… Y ya nunca dejé, porque una parte de mí se quedó prendida, perdido en aquellos ojos que me miraban y quizás, me imaginé, sonreían para mí…

Y yo sonreí para mis adentros de Pura Envidia...

lunes, 26 de diciembre de 2016

MÁS DE CUATROCIENTOS DÍAS PARA VIVIR SIN MORIR EN EL INTENTO. CALMA



Es cuanto hacía que no me asomaba al mundo por esta ventana tan particular. Todo ese tiempo lo he pasado vagando sin rumbo fijo, dando bordadas erráticas, aferrándome al cabo de vida sin demasiadas ganas de hacerlo. Ha sido una travesía complicada de la que salgo vivo por los pelos…
La Rusa ha sido un personaje difícil de digerir, no me costó crearlo, me la encontré porque decidí jugarme todo a su número. Ha sido una experiencia difícil de calificar: transformadora, sorprendente, intensa, cautivadora, cáustica, decepcionante, provocadora, estimulante, agotadora… Irrepetible en cualquier caso. La Rusa se ha llevado con ella parte de Pintado. Afortunadamente.
Con ella al lado apuré la poesía que me llegaba a raudales mientras buscaba su cercanía y tanta ilusión imaginada tras su sombra. Como única recompensa alcancé la desesperación absoluta tan pronto me cercioré de que a su lado mi cotidianidad era imposible. No le echo la culpa. ¿Cómo podría? Lo que sucedió tuvo su parte de error: un error -mio, sólo mio- que, como todos, sólo lo es cuando adquiere la naturaleza pasada, que mientras es presente llamamos amor, deseo, pasión, todo al mismo tiempo. También su porción de acierto: Recuperé para el futuro partes de mí que se habían perdido en el camino. Y de paso a mis hijos.
Ahora que pusimos lejanía, tiempo y espacio a partes casi iguales, es hora de recuperar parte de lo perdido y de invertir lo ganado, que de todo hubo. También le doy las gracias.  
Como un náufrago que pisa la playa tras la tormenta he recuperado el tacto de la arena bajo mis pies y he dejado que la mirada larga se pose allí donde el carmesí de la puesta de sol se pierde. De nuevo la brisa acaricia mi rostro y mis ojos se humedecen por una nueva oportunidad de vivir sin morir en el intento.

Calma...