SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


lunes, 26 de diciembre de 2016

MÁS DE CUATROCIENTOS DÍAS PARA VIVIR SIN MORIR EN EL INTENTO. CALMA



Es cuanto hacía que no me asomaba al mundo por esta ventana tan particular. Todo ese tiempo lo he pasado vagando sin rumbo fijo, dando bordadas erráticas, aferrándome al cabo de vida sin demasiadas ganas de hacerlo. Ha sido una travesía complicada de la que salgo vivo por los pelos…
La Rusa ha sido un personaje difícil de digerir, no me costó crearlo, me la encontré porque decidí jugarme todo a su número. Ha sido una experiencia difícil de calificar: transformadora, sorprendente, intensa, cautivadora, cáustica, decepcionante, provocadora, estimulante, agotadora… Irrepetible en cualquier caso. La Rusa se ha llevado con ella parte de Pintado. Afortunadamente.
Con ella al lado apuré la poesía que me llegaba a raudales mientras buscaba su cercanía y tanta ilusión imaginada tras su sombra. Como única recompensa alcancé la desesperación absoluta tan pronto me cercioré de que a su lado mi cotidianidad era imposible. No le echo la culpa. ¿Cómo podría? Lo que sucedió tuvo su parte de error: un error -mio, sólo mio- que, como todos, sólo lo es cuando adquiere la naturaleza pasada, que mientras es presente llamamos amor, deseo, pasión, todo al mismo tiempo. También su porción de acierto: Recuperé para el futuro partes de mí que se habían perdido en el camino. Y de paso a mis hijos.
Ahora que pusimos lejanía, tiempo y espacio a partes casi iguales, es hora de recuperar parte de lo perdido y de invertir lo ganado, que de todo hubo. También le doy las gracias.  
Como un náufrago que pisa la playa tras la tormenta he recuperado el tacto de la arena bajo mis pies y he dejado que la mirada larga se pose allí donde el carmesí de la puesta de sol se pierde. De nuevo la brisa acaricia mi rostro y mis ojos se humedecen por una nueva oportunidad de vivir sin morir en el intento.

Calma...

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