No nos conocemos tanto como creemos, a veces
para saber realmente como somos tenemos que acudir a los ojos de terceros…
Y aun así nos queda saber lo que ven ellos.
Casi nunca lo sabremos porque difícilmente se abrirán a nosotros, raramente nos
contarán lo que ven y eso contando con que se hayan hecho una composición
coherente y aplicable de nuestra realidad como humanos, la más irreal de las
realidades físicas del universo por tratarse de una quantum cambiante en la línea
temporal que marca nuestra percepción de lo que es y deja de serlo.
No es que de pronto me haya hecho filósofo.
Ayer me invitaron a cenar a casa de unos amigos y en la sobremesa, como tema de
conversación, salió la reciente ruptura sentimental de un compañero. No tenía
mucho interés en atender, yo mismo me encuentro ahora lidiando con una
situación parecida –qué barbaridad nunca una situación así es parecida a nada-.
Bastante tengo con lo mío, como para inmiscuirme en la vida de los otros. De
pronto me vi inmerso en una realidad paralela que nunca busqué, la
interpretación de los motivos de la decisión de mi amigo aliñado con las
circunstancias del desenlace –me refiero naturalmente a la información sobre la
susodicha causante del evento, como siempre prejuzgadamente perversa y malvada-.
No es que mis amigos fueran desconsiderados –no lo fueron, para todos apenas
sería una noticia del telediario, salvo por el hecho de que le afecta a alguien
próximo a quien conoces y ¿quieres?- y de la misma manera que entendí el
sentimiento de pena por la pérdida de una pareja establecida –tan bien que se
les veía juntos, era el clamor popular- me resultó sorprendente que metieran en
el ajo –a mí en particular- a quien no ha tenido nada que ver en el entuerto, y
mucho menos en las decisiones de otros, por el sólo hecho de resultar
sospechoso de compartir tiempo y situación con el afectado. Fue entonces
cuando, copa de whisky de por medio, me dio por pensar en cómo me verían ellos
a mí, algo que nunca me preocupó lo más mínimo –para decirlo educadamente, ni
un huevo- y de pronto me vi con la mirada de los otros…
Lo que vi y entendí se lo contaré a Pintado,
y quizás éste reflexione con La Rusa sobre el tema, a fin de cuentas tengo que
buscar diálogos creíbles entre ellos dos.
Que el dios bueno acoja en su seno a la
pareja perdida y otorgue sus bendiciones a la encontrada, recreando la
realidad del universo y afirmando el primer principio que aplica a todo quisqui:
nada se crea o se destruye, pero se transforma… La Mirada de los demás.
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