La oclocracia consiste en términos llanos en
llamar a la revuelta urbana por parte de la clase política, lo cual es
indudablemente una perversión de la democracia para manipular el normal desempeño del gobierno por medio de la
presión de las muchedumbres en la calle.
La llamada democracia “participativa” -como lo denomina Podemos en España-, mezcla
de manifestaciones y escraches callejeros, de malversación torticera de los
poderes públicos teóricamente independientes –el poder judicial entre otros- y
de habilidosa utilización de las redes sociales y los medios de comunicación -imaginénse que ocurre cuando ni tan siquiera existe la prensa libre-, como
propugnan los políticos populistas en general, es el primer y más peligroso
paso para acabar con la democracia real, la que, como decía Churchill, mejor
garantiza la libertad, que ése sí que es el bien político supremo –como dice
Esperanza Aguirre, inspiradora de este post-. Pero todavía resulta mayor perversión cuando la oclocracia la ejerce el gobierno establecido lo cual viene a significar la perversión de la perversión.
Ayer Jueves condenaron a Leopoldo Lopez. La
jueza Susana Barreiros, dictó la sentencia: 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas
de prisión para el coordinador de Voluntad Popular, Leopoldo López. El sitio de
reclusión será la cárcel militar de Ramo Verde.
Sin palabras…
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