SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


sábado, 18 de agosto de 2012

CAMAS VACIAS. El Plan de Sandoval.

21              CAMAS VACIAS. El Plan de Sandoval.

" (…)De par en par te abro las puertas que me cierras,
me cuentan que el olvido no te sienta tan mal,
la paz que has elegido es peor que mi guerra,
aquella cama nido parece un hospital.

Yo, en cambio, no he sabido ir a favor del viento
que muerde las esquinas de esta ciudad impía,
pobre aprendiz de brujo que escupe al firmamento
desde un hotel de lujo con dos camas vacías(...)”

Camas Vacías
Joaquín Sabina


-Todavía tiene usted la oportunidad de salvarse y evitar que eso que usted acaba de ver le suceda a alguien más. –Explicó Sandoval, sin expresar remordimiento alguno, como si lo sucedido fuera una circunstancia de la rutina diaria.
Pintado respiró con dificultad, tragándose la rabia, consciente de que le iba en ello la vida, aunque en este momento no le importaba demasiado conservarla. Su mente no calculaba probabilidades, ni sopesaba opciones, era como si navegara en medio de una tormenta, más allá de cualquier control, simplemente estaba allí, en medio de la nada más absoluta, del caos desencadenado, deseoso de que existieran dioses y castigos, y que las obras de los humanos no escapasen a la intervención divina.
Medina encendió un habano de grueso calibre con la parsimonia de los ritos sagrados, cortó con cuidado la cabeza, calentó la capa delicadamente con la llama de una lámina de madera de cedro y chupó hasta quedar satisfecho del tiro y combustión del cigarro. Después se dedicó a observar el rostro de Pintado, esperando la oportunidad de intervenir de nuevo en la conversación.
-Pintado no se ha perdido nada. Su amiga era sólo una puta, una drogadicta que no esperaba nada de la vida. No servía para nada… -Dijo al fin.
El silencio que siguió se podía cortar. La mente de Pintado destiló apenas unas gotas de emociones tintadas de rojo.
-Son unos hijos de puta…
Medina y Sandoval se miraron. El mayor se levantó y quedó enfrentado a Pintado, dejando constancia de quien tenía la sartén agarrada por el mango.
El ex policía les miraba sin ver, era una máquina de sentir sobreexcitada por la locura y el miedo. Andaba en precario equilibrio por la estrecha franja que separa al animal del hombre, preguntándose quién vendría en su ayuda.
-Sea usted práctico –dijo el Marqués-. Dele un sentido a esa muerte. Ayúdenos y se estará ayudando… No pretenda jugar con nosotros. Somos demasiado poderosos para usted, nadie en su sano juicio intentaría levantar la mano contra nosotros… debería usted saberlo. No es la primera vez. Boris, continua tú, estoy cansado y este hombre me empieza a enfermar de los nervios… Mañana salgo temprano, tengo una reunión en Zúrich y debo estar allí antes del mediodía… Ya nos veremos de nuevo Pintado.
Medina salió sin despedirse, envuelto en una nube de humo gris que le daba una apariencia fantasmagórica. La imagen de un Nosferatu moderno. Al otro lado de la puerta George Clooney seguía haciendo guardia como un perro fiel. Sandoval se sentó en el sillón que había quedado vacío y cruzó las piernas, mirando en dirección a Pintado.
-Pintado se lo explicaré. Esto ha sido un negocio muy lucrativo hasta ahora, pero ha llegado el momento de cambiar. Lo nuestro es una actividad madura y en el país se respiran aires de renovación. Con la crisis económica está cambiando la forma de vivir de los poderosos, la sociedad no va ser tan permisiva, los nuevos gobernantes, de momento, parecen decididos a imponer otros valores y formas, por eso los servicios que proporcionamos pueden empezar a declinar y alguien pensar en quitarnos de en medio, así que mejor lo dejamos ahora que estamos a tiempo. Además hemos sabido que uno de nuestros socios está pensando en dejarnos de lado, y ya sabe lo que eso significa en nuestro caso. Así que hemos decidido tomar la iniciativa antes de perder el poder que tenemos hoy… No obstante no queremos desaprovechar la red que hemos tejido tan laboriosamente durante años, así que hemos decidido trasladar nuestra actividad a otro lado… Y aquí es donde usted encaja, verá…
El plan de Sandoval tenía la enorme complejidad de las cosas simples. La idea era quitar de en medio a Sanmartín y adueñarse de su parte del negocio allende los mares. La desaparición de Elena Carrión había dejado el espacio libre para que el argentino quisiera quedarse con todo y eso no encajaba en los planes de Medina. Para el Marqués el negocio con Sanmartín era sólo una forma de asegurar su impunidad. No obstante ahora, después de años de duro trabajo, tenía cogidos por los huevos a prácticamente la totalidad de los poderosos del país, y si alguno se le escapaba directamente ya se había él encargado de buscar el punto débil por medio del cual hacerlo.
Sus negocios legítimos habían crecido y no quería poner en riesgo su entramado financiero ahora que una nueva casta de políticos había salido de debajo de las piedras y amenazaban con sanear el país. Era el momento de quitarse de en medio a Sanmartín y vivir de las rentas, y si acaso, como le había convencido el venezolano, trasladar la actividad a los países latinos y asegurar que el maná siguiera fluyendo, ríos de dólares deseosos de ser blanqueados en el entramado bancario propiedad de Medina.
Pero para eso, antes, Sanmartín debía de desaparecer.
-Pintado, queremos que usted liquide a nuestro socio…
Las palabras de Sandoval se abrieron paso en su cerebro, superando las defensas inconscientes interpuestas en los últimos minutos, devolviéndole al mundo racional, a la mesa de casino en la que se jugaba la vida. Procesando la información, ubicando cada dato en el lugar oportuno, haciendo conjeturas, deduciendo implicaciones. La pregunta le vino a la boca de forma automática, con la lógica aprendida en años de profesión.
-¿Por qué yo? ¿Por qué no contratan a un profesional? –y con la lógica, el sarcasmo-. Deben ustedes conocer a unos cuantos.
-No le falta razón, pero sería demasiado evidente. Y recuerde que queremos quedarnos con el negocio al otro lado del Atlántico. Nuestros socios se pondrían muy nerviosos si sospecharan que hemos eliminado a un socio para quedarnos con su parte. No queremos tener una guerra con los cárteles al otro lado. Deben confiar en nosotros para seguir enviándonos su capital para ser blanqueado, ni se imagina las comisiones…
-Había otras opciones: colaborar con la justicia, hacer algún trato. Alguna estrella de la judicatura estaría encantado… -pensó Pintado-. Presenten pruebas de sus actividades, seguro que algún juez querrá ponerle la mano encima… -Dijo
-De nuevo olvida usted que un proceso puede sacar a la luz los trapos sucios de demasiada gente. Mejor lo hacemos con discreción. Es preferible eliminarlo por las buenas, de una forma aseada e irreprochable, un ajuste de cuentas a un canalla criminal. ¿Y quién mejor que usted para llevárselo por delante? Tiene razones sobradas para ello y se trataría simplemente de una venganza. Además quién mejor que usted como cebo para Sanmartín. Nuestro amigo argentino acudirá sin dudarlo en cuanto se entere de que está usted vivo, no acogió precisamente con alegría su huida de Santa Cruz.
-Ya… Y me convierto en diana para la mitad de la mafia del orbe…
-Le haremos desaparecer. Se esfumará de la superficie terrestre, Nosotros nos encargamos de eso. Le facilitaremos una nueva vida, con todo lo que se pueda imaginar, no necesitará volver a pensar en trabajar nunca más… A salvo de todos, en el país de nunca jamás… Eso déjelo de nuestra cuenta.
-No es suficiente. ¿Cómo quiere que me fíe de ustedes?
-No puede, es cierto. No obstante hemos pensado en todo. Se lo voy a explicar. Usted conoce a Nájera, ¿verdad? Se habrá dado cuenta que es un cretino integral, un don nadie que piensa que bailándole el agua a Sanmartín tiene su futuro asegurado. Semejante personaje sabe demasiado, ya no es de fiar. Vamos a matar dos pájaros de un tiro. Él será quien aparecerá como responsable de contactarlo para asesinar a Sanmartín y nosotros pondremos su cabeza en una bandeja para contentar a nuestros socios americanos. Ejecutado el instigador, y usted desaparecido, sólo tendrá que esperar un tiempo para que el interés por usted se esfume. Y en un par de años nacerá a una nueva vida, a salvo de todos y de todo. Simplemente tiene usted que elegir el país que desee e instalarse allí. Y quien sabe… en unos años más podrá volver a ser ciudadano del mundo.
-No sé. No me convence la simplicidad de su plan. Son ustedes unos cabrones…
-Pintado, ha visto usted cómo ha quedado su amiga la puta. ¿Cree usted que no le puede ocurrir lo mismo a su querida María? ¿A cualquiera de sus amigos? Es usted muy ingenuo, yo diría que parece imbécil. De todas formas entiendo que por hoy está bien de emociones. Estará usted cansado, le dejaré meditarlo en la tranquilidad de su habitación. ¿No querrá usted compañía para relajarse? Hoy tenemos de todo…
El silencio y el gesto de desprecio de Pintado fueron lo suficientemente explícitos. Sandoval chascó los dedos de la mano derecha, apenas un gesto sin sentido al final de la conversación. Pocos segundos después el figurín abrió la puerta e invitó a Pintado a seguirlo. Ginés se dio cuenta entonces de que una cámara de vigilancia en una esquina de la estancia había sido testigo mudo de todo lo que allí acontecía. Salió de la estancia deseando haber matado al venezolano con sus manos.

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