SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


lunes, 25 de junio de 2012

CON LA BRISA DEL MAR


Había quedado con Mazarro en el muelle. A esa hora de la tarde las gaviotas estaban en tierra y un cormorán solitario daba vueltas sobre los rizos del mar a la espera de una caballa curiosa. El fresco salobre que venía de mar adentro me provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo, como una descarga eléctrica.
Mi amigo llegó caminando cansinamente, como si le pesara la vida. Tenía la cara partida, la nariz le sangraba y un fluido rojo y pesado, como una gelatina de consistencia incierta, se deslizaba por su barbilla, como la papilla por la cara de un bebé.
-Pintado –me dijo con una voz cascada, una que parecía conservada en aguardiente-, tienes mal aspecto.
-Anda que el tuyo –le respondí y él enarcó la ceja como quien no comprende-. Parece que te ha pasado por encima una manada de búfalos.
-Quien me ha pasado por encima ha sido el puto Búfalo Bill y los siete enanitos –dijo mientras se masajeaba la barbilla y escupía al suelo un esputo rojo y espumoso en medio del cual le voló uno de los dientes-, pero ellos han quedado peor.
-Ya –me miró extrañado de que, por la expresión que le debí poner, no le creyera-, y ahora cuéntame una de vaqueros…
-Pintado –él me llama siempre Pintado, a pesar de que nos conocemos desde hace años, casi tantos como los que llevo en la profesión-, era ella, seguro. Te la está pegando. Lo siento…
Bajé la cabeza y me giré de lado. La brisa del mar se me metió dentro, como un fantasma que me caló cada hueso del cuerpo. La luna empezaba a destacar sobresaliendo tímidamente por la línea del horizonte, sobre el perfil de la ciudad lejana, y el chorro de luz que la farola del muelle apenas regaba sobre la superficie del mar era un pálido rastro de luciérnagas sin vida…
Las lágrimas se quedaron encajadas en mi garganta, esperando el próximo siglo. Y un grito que nadie oyó se perdió en mi cabeza, como un eco tragado por la oscuridad. El recuerdo de su piel de terciopelo y de sus labios de seda se escurrieron dentro de mi memoria, tragados por el insaciable deseo que ella me había dejado como única herencia…   

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