SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

TIEMPO DE VALIENTES


Hoy toca rendir homenaje a mi amigo Carlos Guerrero.
Tiempo de valientes es el título de una magnífica película argentina, una historia que narra en clave de comedia la alquimia de los perdedores cuando se enfrentan a situaciones extremas y estos se transforman.
Carlos es un Don Quijote ecuatoriano, un hidalgo de otra época.  Carlos no es ni Diego Peretti ni Luis Luque, no es un psicoanalista maniático ni está traumatizado por ninguna traición conyugal, Carlos es un ingeniero de campo, un soldado disciplinado, un hombre con mayúsculas, que cuando llegó el momento de la verdad alzó lentamente la cabeza y con mirada muy tranquila respondió con seguridad a una pregunta realizada por un comisario del servicio de inteligencia, asumiendo la responsabilidad indefinida del cargo, que es la más difícil de asumir -digánselo a la clase política-.
Carlos es un tipo alto y delgado, de aire pacífico y andar tranquilo. Nacido en Guayaquil y criado en Quito, nos conocimos hace algo más de tres años y me cayó simpático desde el primer momento que nos tropezamos. Conversador incansable, hemos tenido ocasión de compartir sobremesa que siempre ha resultado en tertulia apacible mientras ventilábamos una copa, y mirábamos al futuro, antes que al pasado. No le queda mucho pelo y su sonrisa es la de un chico travieso, pero su mirada, lo ha demostrado con creces, es la de un hombre de los de antes. Es educado y de modales amables y pausados, una persona de metal noble, de brillos de cobre viejo, como adquirido trescientos años atrás…
Como al que nació para martillo, del cielo le caen los clavos, a Carlos le cayeron de golpe las responsabilidades del cargo que asumió con la hidalguía que lleva en la sangre y la normalidad de los actos nobles. Y con ello nos ha demostrado a todos sus compañeros cómo los gestos simples se convierten,  más allá del testimonio que representan, en actos heroicos que mueven la voluntad de los demás. Y con profundo respeto y admiración reconozco la extraordinaria lección de bravura que me ha dado, sin ni siquiera alzar la voz, enfrentando una injusticia con gesto amable y respetuoso. Con valentía.
Tiempo de Valientes…    

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