SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

SIN OPINAR DE LA DIADA...

Prefiero no opinar sobre la Diada de las narices, porque me pongo de mala leche. Sólo se me ocurren exabruptos. Así que he optado por irme a tomar una cerveza con Pintado.
Pintado cuando se le conoce no es un mal tipo. Un poco borde, pero quién no es hoy un poco borde. Si no que se lo pregunten al señor Mas… He prometido no entrar en harina, así que a lo mío.
Nos acompañan un par de japoneses, Yoshi y Shige. Parecen un par de dibujos Manga, lo juro. Uno es delgado, cabezón y de manos finas. El otro es como Paquirrín pero en japo.
Hablan poco estos asiáticos, entornan los ojos y sonríen plácidamente mientras me escuchan. A Pintado no lo entienden… No sé por qué demonios, porque habla un castellano fluido, aunque justo es reconocerlo su inglés es como su catalán… Otra vez, y eso que he dicho que no me calentaría.
Acaba de llegar mi amiga la rusa, Irina, banquera de inversiones, simpática y un poco mandona, aunque trasiega pintas al mismo ritmo que los íberos. Me ha preguntado por Cataluña. Por la independencia. No acaba de entenderlo, ella que en su país aún después de la segregación mandan huevos para ir de Moscú a Vladivostok (recuerdan aquella ciudad en la lejana frontera con China que salía en Miguel Strogoff… El correo del Zar). Le he dicho que yo tampoco, pero como he prometido no hablar del tema me callo.
El japo delgado me insiste y me pregunta que es eso de que España presta a Cataluña 5023 millones de euros. El que se parece al retoño de la tonadillera, pero con menos gracia, entorna los ojos y se calla. Creo que se está cachondeando porque le he pillado una sonrisa que me parece sarcástica.  La rusa acaba de ventilarse la segunda pinta, se ha ido a la barra por la tercera. Pintado la sigue. Algo le ronda tras la cabeza. Espero que no me haga quedar mal. La chica es buena persona y no quisiera que Pintado meta la pata. Además no es su tipo. El mio tampoco… que conste.
Ha empezado a llover. No está mal. Han pasado diez días sin llover en la capital de la blanca Albión. No es un mal record… Aunque mañana lloverá sobre mojado…
Supongo que eso es lo que piensa Mariano, al que sé de buena pinta han llamado la Merkel, Hollande y Obama a ver si de una vez consigue que esa panda de cagamandurrias que dirigen los destinos de los catalanes –de los que fueron a la mani y de los que se quedaron en casa, de los que hablan su lengua vernácula, o la del resto de la nación- se dejen de jilipolleces y se centren en lo que estamos.
Y eso que había prometido no opinar… Pintado tiene la culpa.
Por cierto, mis respetos a Albert Boadella. Tiene un par...   

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