SINOPSIS



Esta nueva entrega de la saga protagonizada por Ginés Pintado nos introduce en una historia de venganza y corrupción. Elena Carrión –la particular Moriarty de Ginés- hace de nuevo irrupción en escena para desquitarse de su obligada salida de escena en la novela anterior.

Pintado persigue el rastro de su ex mujer desaparecida en Buenos Aires, por Argentina, Bolivia y Perú. Lo inesperado se hace presente cuando la Organización que dirige el magnate Ricardo Sanmartín le obliga a planear un atentado contra un viejo amigo y colega, ahora Ministro del Gobierno argentino.

Una trama ambientada en la Latinoamérica gobernada por las grandes fortunas en la que dos siglos después las familias patricias que protagonizaron la independencia de la metrópolis siguen ostentando el poder. Ahora no sólo ejercen el dominio político y económico, más allá de la corrupción, son los señores del tráfico de drogas y la trata de blancas, con las que se complementan los ingresos de las corporaciones familiares.

La sombra del Cisne Negro es una historia donde la maldad destila la suficiencia del poder y donde la razón no es arma bastante para limitar el daño que aquella produce. Una historia en la que el amor ha dejado su sitio a la soledad permanente del héroe.


jueves, 25 de octubre de 2012

OTRA DE RECORRIDO VITAL. JAVIER EL POETA.




Definitivamente estoy tocado –golpiado (sic)- por un bichito llamado nostalgia. En apenas una semana he metido en el mismo saco a mi hermano, a mi primo y hoy le toca a mi amigo Javier Fuentes “El poeta”.
Javier es de un pequeño pueblo de León, pero ejerce de asturiano porque es allí dónde se ha criado, estudiado y trabajado. Y fíjense que no he empleado el término estado o vivido porque Javier es de esos españoles que se ponen las Españas y al mundo por montera y no paran un segundo en un mismo sitio. Estudió lo mismo que yo y nos conocimos cuando nos tocó pelear juntos algún que otro negocio ingenieril. Aunque esa es otra historia…
Pintado sacó de él el gusto por las mujeres malas que se conquistan a golpe de verbo, por el alcohol de primera y por la cadencia silenciosa en la mesa a mantel puesto. También le debe la sensibilidad por la poesía y esa mirada triste y melancólica que tiene mi amigo.
De vez en cuando quedamos para cenar cuando aparece por Madrid y charlamos de nosotros. Javier es de los pocos delante de los cuales puedo desnudar mi alma y expresar las cosas que se escapan cuando la piel no es recipiente bastante. Suele escuchar callado, sin interrumpir, mirando a los ojos, más allá del brillo húmedo.
Es un tipo admirable y singular: listo, inteligente y vivaz, muy, muy trabajador, corajudo, tenaz y a veces disperso cuando le sale la vena de bardo. Pero sobre todo es un tipo leal –ante la adversidad y cuando vienen duras, que de los otros los encuentras a puñados- que ha estado junto a mí en algunos de los peores momentos que me tocaron vivir, de esos que gracias a su compañía se convirtieron en algunos de los mejores e imborrables…
Vaya por mi amigo el poeta, Javier Fuentes…  

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